El barrilete y el viento.

Un día el viento se encontró con un barrilete y decidieron jugar juntos, al viento le gustaba soplar y al barrilete volar, era una relación perfecta.
Ataron el hilo a un viejo roble y el viento comenzó a soplar. El barrilete volaba y movía su cola de un lado al otro. Por su parte el viento jugaba a cortar sus ráfagas y cuando el barrilete pensaba que iba a caer soplaba de nuevo y lo volvía a llevar tan alto que se perdía entre las nubes.
Un día el viento comenzó a soplar demasiado fuerte y el barrilete le dijo que tenga cuidado que el hilo no podría soportar toda la fuerza que el viento podía llegar a tener, pero eso no le importó, dijo que era su naturaleza soplar y que no podía evitar hacerlo.
El barrilete le dijo que lo entendía pero que solo cuidara la intensidad. Pero el viento siguió soplando cada vez mas fuerte. No importaban los avisos, seguía subiendo de intensidad hasta que lo que primero era un consejo se volvió una suplica, no había caso, el viento continuaba el intensificando sus soplidos.
El barrilete sentía crujir las cuerdas y pensó que quizás el se rompiera antes de que se cortara su nexo a tierra, lo que entes fuera un aviso y luego fuera una súplica se convirtió en una amenaza, si el hilo se corta me voy a ir para siempre, le dijo.
Parece que el viento ya no podía contenerse porque sopló aún mas fuerte y un sonido seco se escuchó.
El cometa voló libre.... lejos.... donde ese viento ya no lo toque y donde pueda volar sin ser lastimado.
Aún el viento no entiende porque el barrilete lo dejó.

Si es agradable o si te lastima no es un cuestión del QUE sino del CUANTO.